Tu ausencia...
Tu ausencia ha transformado mi amaneceres en sombra crepuscular.
El timbre del despertador semeja a una marcha fúnebre que me sacude el insomnio y me empuja al rincón de un nuevo día.
La luz solar me hiere, lo mismo que la sal de la memoria abrasa las heridas del recuerdo.
Desgraciadamente, no podré ser fusilado: las balas no dañan la carne descompuesta de los muertos vivientes.
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