jueves, julio 28, 2005

Tu ausencia...

Tu ausencia ha transformado mi amaneceres en sombra crepuscular.

El timbre del despertador semeja a una marcha fúnebre que me sacude el insomnio y me empuja al rincón de un nuevo día.

La luz solar me hiere, lo mismo que la sal de la memoria abrasa las heridas del recuerdo.

Desgraciadamente, no podré ser fusilado: las balas no dañan la carne descompuesta de los muertos vivientes.